sábado, 7 de septiembre de 2013

La vida sin problemas es matar el tiempo a lo bobo

http://www.youtube.com/watch?v=WkWiKM_aFnE&list=PLCDDA204C701B3311
Hola! ¿Cómo están? Cómo me fue en el examen que tanto esperaba???: mal. Lo fui a rendir el sábado pasado y fue escrito a las 3 de la tarde en Tandil. Y me enteré de las notas hace unos días. Desaprobé y no debe ser motivo de tristeza es más como sabia gente supo decirme son desafíos. Y aunque piense que no me lo merezco

aunque piense que a muchos les paso lo mismo

Aunque crea que es imposible volver a releer todo el material

que sin dudas no es lo mismo que leer en vacaciones

sé que me ha abierto puertas en la mente hacia reflexiones nuevas 

y aunque al principio me angustie un poco ahora repienso que:.
La angustia aparece cuando no existe una razón profunda por la que usted deba vivir o morir. Significa que usted no está convencido y enamorado de lo que está haciendo. La angustia es, en parte, como un fenómeno mental y físico de desorientación y alarma que nos anuncia que las cosas no andan bien. También es un signo de vagancia de nuestra sociedad de opulencia, donde todo es fácil, todo está programado, establecido y asegurado y no hay que sacrificarse demasiado. Las personas son poco creativas y actúan como robots, subsistiendo pero nunca rindiendo al máximo. Se convencen que no nacieron para sufrir sino para vegetar y vivir tranquilos, sin dificultades, o sea como un adorno. En estas circunstancias, siempre encontrarán una manera de estar toda la vida simplemente descansando. La angustia es consecuencia clara de no descubrir por qué razón está usted vivo en este mundo. Es como un vacío existencial en el que la persona se encuentra desorientada y no ha descubierto aún el papel que ha venido a desempeñar en esta vida.  
A Dios le tiene que doler cómo está el mundo y cómo ha ido evolucionando, porque la cantidad de vagos es realmente impresionante. El cuerpo de Cristo, que es la Iglesia y somos todos nosotros, tiene la sagrada misión de crear un mundo verdaderamente maravilloso con razones profundas y auténticas por las que vivir y morir. Tenemos que fortalecer el espíritu misionero de la Iglesia y el amor a la humanidad para entregarnos en cuerpo y alma a conquistar este mundo para Dios.  
La educación negativa definitivamente influye como causa de la angustia. Hay situaciones de angustia que empiezan a desarrollarse en nuestra infancia, niñez, adolescencia o juventud. Nacer y crecer en una familia que experimenta ansiedad y en la que a menudo se vive angustiado causará que los niños se desarrollen con ciertas deficiencias en cuanto a su educación. Una educación negativa, donde el padre o la madre ha estado consciente o inconscientemente inyectando ansiedad a sus hijos, los condiciona a sufrir diferentes grados de angustia, que no se resuelven hasta que se descubren las causas y se somete a la persona, ya adulta, a una terapia profunda.  
La educación en el hogar es clave para el bienestar mental de una persona. Los niños no tienen formado aún su juicio crítico; son como esponjitas que todo lo asimilan. Un niño no puede analizar que su madre es una mujer nerviosa y angustiada. El niño solamente puede deducir que lo que la madre o el padre sufre y teme debe ser verdad porque esos son sus padres. Entonces, el niño aprende a tener miedo de las mismas cosas que sus padres temen. Es terrible que los padres inyecten ansiedades a sus niños y los programen a estar siempre sobresaltados y angustiados.  
El miedo al fracaso paraliza e impide actuar. Este miedo a no triunfar en una determinada empresa que nos hemos dispuesto a realizar en cualquier campo de la vida, puede producir desequilibrio emocional y angustia. Este miedo se produce muchas veces porque la persona tiene una visión irreal de la vida, en la que piensa que todo le tiene que salir bien, que su camino tiene que ser amplio, tranquilo, cómodo, feliz y sin problemas. No concibe que en la vida puede ocurrir algo negativo. Con esa manera de pensar, la persona no está preparada para el fracaso y cualquier cosa negativa que le ocurra se convierte en una tragedia. Cuando una persona tiene este tipo de pensamiento en su subconsciente y está convencido de lo que piensa, se paraliza, se limita en su acción y se convierte en un ser mediocre que nunca será algo grande en la vida, ni realizará algo que en verdad valga la pena. Esa persona hará solamente aquello que no conlleve ningún riesgo que le pueda llevar al fracaso.  
La persona que piense así, al situarse ante cualquier posible fracaso o algo que implique cierto riesgo, inmediatamente comenzará a angustiarse. Su angustia puede llegar a ser tan grande que su reacción será huir. Si no puede huir, comenzará a volverse agresivo y atacará el obstáculo que tenga en el camino, que bien puede ser el motivo de su fracaso. La huida y la agresividad son sus dos opciones. Ambas reacciones son primitivas e instintivas y causan que la persona actúe irracionalmente.  
¿Qué hacer ante el miedo al fracaso? 
Todo ser humano debe tener conciencia clara de que en la vida se triunfa y se fracasa; se tiene éxito y se cometen errores; se alcanzan cumbres y se cae en abismos. Cuando uno se esfuerza por alcanzar ciertas metas, en esa lucha habrá una mezcla de éxito y fracaso, lo que nos mostrará con más claridad el camino que se debe tomar para triunfar. Ser realista y tener una visión objetiva de la vida preparará al ser humano para tomar con serenidad un posible fracaso. El éxito servirá de estímulo para seguir adelante y el fracaso servirá de lección para no volver a hacer lo mismo.  
Para vencer el miedo al fracaso, hay que aceptar que todo en la vida tiene un riesgo. No hay nada bueno en la vida que para conseguirse no conlleve el riesgo de perderlo. Hay que estar preparado para asumir ese riesgo si se quiere conseguir algo bueno.  
Otro paso importante para vencer el miedo al fracaso es seguir adelante sin pensar demasiado. Cuando se está convencido de que lo que se quiere obtener es algo bueno, debe ponerse rápidamente en acción. 
Por Monseñor Rómulo Emiliani, c.m.f.

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